Por qué visitar la isla de Malapascua
Malapascua: la isla de Filipinas de la que nunca querrás volver
Hay buceadores que han ido a Malapascua para no volver... y no porque se los haya tragado el mar, precisamente: es que Malapascua engancha. Quizá no sea la isla más paradisíaca del país pero tiene un magnetismo único que hace que, todos lo que la visitan, quieran quedarse. Los que no bucean también.
Elegir una sola isla de Filipinas es complicado. Cada una de ellas tiene algo especial que la hace única: playas exóticas en Palawan; terrazas de arroz que son una maravilla en Luzón; o unas montañas que parecen bombones de chocolate en Cebú. Podríamos nombrar muchas más, hacer una lista enorme de las más visitadas y, aún así, igual en ella no encontraríamos el nombre de Malapascua. Aunque en los últimos años cada vez son más los viajeros que deciden visitarla, por suerte el turismo masivo, el de la pulserita, tumbona, cóctel y a dormir, todavía no ha llegado. ¿La razón? Acceder a ella sigue siendo un poco aventura, aunque la recompensa merece muchísimo la pena.
Malapascua es del Tiburón Zorro
Razón por la que la isla se llena de buceadores: un enorme escualo cuya cola con forma de garfio lo convierten en uno de los tiburones más bonitos del mundo. En pocos lugares se pueden ver y, mucho menos, bucear entre ellos con total libertad y con cierta asiduidad. Aunque la palabra tiburón sabemos que da un poco de miedo, ¡tranquilos! Sólo comen plancton.
Tiene los amaneceres más bonitos del Mundo
La mejor hora para nadar junto al tiburón zorro es de madrugada, justo antes del amanecer. En ese momento es cuando suben de las profundidades para su habitual lavado matutino. Una imagen que la película Los espantatiburones se encargó de mostrarnos en su día y que, en Malapascua, podremos observar en directo.
El Buceo es Asequible
Al menos más que en España. Lo mejor de todo es que si tienes pensado sacarte el título de Open Water, Advance o alguno más profesional, las prácticas las realizarás en uno de los mejores entornos marinos del mundo. No es lo mismo ver un pulpo en el Mediterráneo que bucear entre tiburones ballena, mantas, rayas y con coloridos corales de fondo. Eso sí, si esto es lo primero que ves en tus inmersiones, entonces no vuelvas a bucear nunca más. Ningún otro mar estará a la altura.
Su costa está Prácticamente desierta
Una isla sin apenas turismo no tiene más que ventajas: tendrás la playa sólo para ti. Intenta evitar Bounty Beach pues, aunque es ahí donde tendrás a tus amigos buceadores, lo cierto es que es la más turística (en ella se ubican algunos de los hoteles del lugar). Si cruzas la isla hacia el norte, en la costa opuesta, encontrarás más playas de arena blanca donde estarás prácticamente solo. Apunta: Bambúes Beach.
Malapascua es como un pueblo
Un pueblo pequeño en el que, mientras los viajeros recorren su costa, se bañan o bucean, ellos la vida la tienen en el interior de la isla. Por sus caminos de tierra, sin asfaltar, verás que los locales están asentados en diferentes comunidades. Algunas de ellas son Logon, Bool o Kabatangan, entre otras. Allí es donde se encuentran sus pequeñas cabañas de madera, donde viven familias enteras, donde podrás disfrutar de los restaurantes más auténticos, donde pasearás entre iglesias, escuelas y granjas. Sí, acostúmbrate porque allí los animales acampan a sus anchas y, al llegar la noche, más vale que tengas cuidado con no estamparte contra un cerdo o un gallo, los más habituales de la isla, y que siempre estarán por el medio.
Les va la marcha
Casi todos los filipinos tienen un karaoke en casa, “¡Qué divertido!”... Bueno, en este punto diremos que no es tan maravilloso como parece. Algunos locales se pueden pasar el día cantando, con un micro bastante potente y una voz que deja mucho que desear. ¡Suerte! Si cae en sábado al menos puedes huir de los gritos del vecino en la verbena del pueblo. Es la mejor fiesta de la isla, donde todos los locales se reúnen en unas canchas deportivas para bailar, beber y pasar un buen rato. ¡Cuidado porque engancha! Malapascua, isla de karaokes y familias
Se come muy bien
Aunque esto es extensible a todo el país, Malapascua tiene los mejores espaguetis filipinos. Un plato que, aunque nadie le da mucha importancia hasta que no lo prueba, es todo un manjar. Al contrario de a los que estamos acostumbrados en Europa, en Filipinas llevan salchichas, carne, huevo y la salsa es dulce. Al final, no querrás comer otra cosa pero ¡espera! Deja sitio para el lechón, su plato más típico que está sencillamente delicioso.
Hay Wifi en toda la Isla
A pesar de la humildad del lugar, y de que muchos niños ni siquiera llevan zapatos y los caminos están sin asfaltar, allí verás smartphones de última generación, por lo que ¡cómo no iban a tener wifi! Podrás estar conectado en todo momento, subir la foto de tus pies en la arena o llenar el Instagram de espaguetis. Si ves que no pilla bien la red, sólo tienes que acercarte a cualquier centro de buceo.
Es muy familiar
Como pueblo que se precie, Malapascua es una de las islas más familiares de Filipinas. La gente te acogerá con los brazos abiertos, con una sonrisa y te invitará a quedarte. De ahí a que muchos aún no hayan vuelto y que la isla esté habitada por jóvenes de todo el mundo que, un día llegaron para ver el tiburón zorro, y se enamoraron de su gente.
Llegar a ella es toda una aventura
Dicen que lo mejor de un viaje es el camino. En Malapascua esta frase cobra más sentido que nunca. Las casi cinco horas de viaje desde el centro de Cebú hasta Maya te permitirán conocer la auténtica filipinas, con vendedores ambulantes que suben y bajan en el autobús para ofrecerte su comida durante el camino, la vida que discurre en los arcenes o las conversaciones que irán surgiendo con los locales. Una vez en Maya, el punto más septentrional de la isla, el tramo final hasta Malapascua se hace en banca, el tradicional barco filipino. Bienvenido al paraíso, viajero.